lunes, octubre 29, 2007

Redacted

No me gusta el cine político. Siempre he creído que este tipo de películas se cubren de un halo de actualidad, que dificulta su valoración como obras de arte. Además, resulta complicado, casi imposible diría yo, hacer una película política sin que ésta se convierta en un intento del director de adoctrinar a su público. A esto hay que añadirle que el espectador no tiene porqué mantenerse neutral, y tiende a apreciar más las películas de su cuerda que las de la contraria. Para este problema sólo existe una solución: escapar de la política del día a día para entrar en el terreno de la metáfora. Manderlay es un buen ejemplo de película indirecta y tremendamente política, que, precisamente, trata sobre el mismo tema que la que nos ocupa hoy. El resto de cine político requiere años, o décadas, para ser valorado en su justa medida: hoy ya podemos afirmar que El acorazado Potemkin o El triunfo de la voluntad son obras maestras.

En cuanto a su película, Brian de Palma ha querido ir directamente al grano: Redacted constituye un derechazo directo a la mandíbula de la ocupación de Irak. Es, como todas las buenas películas políticas que -en mi opinión- se equivocan en el concepto, una película difícil de ver, torturosa, casi dolorosa. Los personajes son más bien arquetipos que auténticos seres humanos con una verdadera complejidad psicológica: otra ofrenda sacrificada al gran ídolo del Impacto sobre el Espectador. Me temo que esa es una de las definiciones de "película tramposa".

El argumento de Redacted es muy simple: un grupo de soldados americanos violan y asesinan a una adolescente iraquí, además de masacrar a toda su familia. Es básicamente el mismo argumento que De Palma ya había dirigido en Corazones de Hierro, película de 1989 ambientada en el Vietnam, y que en ambas ocasiones se basaba en un hecho real. A pesar del evidente parecido entre ambas, hay una diferencia vital, tratándose de cine político: mientras que Corazones de Hierro llegaba 15 años después del final del conflicto y cuando éste ya había sido visitado y revisitado por otros autores (Apocalypse now, Platoon, La chaqueta metálica...), Redacted se estrena cuando la guerra de Irak sigue en marcha y sin apenas ninguna película que haya intentado acercarse a ella. Desde luego, en cuanto a oportunidad supera en mucho a su antecesora.

Brian de Palma ganó el León de Plata al Mejor Director en Venecia.

Hay otro factor que tener en cuenta cuando visionamos Redacted: para aumentar la sensación de inmediatez, de estar ante algo que está ocurriendo ahora mismo, De Palma intenta utilizar diferentes fuentes de imágenes para montar la película: así, empezamos con el vídeo-diario de un soldado americano, para pasar a un documental francés ambientado con música clásica, y continuando con apariciones del omnímodo Youtube. Impacto emocional + Experimentación = Lars von Trier? No, amigos, no. A De Palma la experimentación le incomoda, y poco tarda en librarse de ella para volver al terreno donde se siente seguro: la narracción pura y dura.

Así, Redacted es una película no tan importante en el plano artístico, en el que tiene sus desmanes y suena a algo ya visto, como en el político: incomoda, y mucho, en Estados Unidos.

sábado, octubre 27, 2007

El amor, el amor

El amor, el amor

En un cine porno, unos jubilados cascados
Contemplaban, escépticos,
Los retozos mal filmados de dos lascivas parejas.
No había argumento.

He ahí, pensaba yo, el rostro del amor,
El auténtico rostro.
Algunos son seductores, y seducirán siempre,
Y el resto sobrevive.

No existe ni el destino ni la fidelidad,
Sólo cuerpos que se atraen.
Sin sentir ningún apego ni, desde luego, piedad,
Uno juega, y después destroza.

Algunos son seductores, y por lo tanto, muy amados,
Sabrán lo que es un orgasmo.
Pero hay tantos otros cansados y sin nada que ocultar,
Ni siquiera un fantasma;

Si acaso, una soledad agravada por la impúdica
Alegría de las mujeres.
Si acaso, una certeza: "Eso no es para mí",
Un oscuro y pequeño drama.

Con certeza morirán un poco desengañados,
Sin ilusiones poéticas.
Practicarán a conciencia el arte de despreciarse,
Será algo mecánico.

Me dirijo a todo aquel que nunca haya sido amado,
Que nunca supo gustar;
Me dirijo a los ausentes del sexo liberado,
Y del placer corriente.

No temáis, amigos, vuestra pérdida es mínima:
El amor no existe en ninguna parte.
Sólo es una broma cruel de la que vosotros sois víctimas,
Una jugada de experto.

Michel Houellebecq, Supervivencia.





Anna Karina recuerda mucho del rodaje en su aspecto visual, pero nada más. Tolmatchoff, por su parte, recuerda que Godard llevaba al cine a Anna y luego le enseñaba a él las entradas en cuyo reverso había escrito: "Anna, te amo." Pero al parecer el mensaje nunca fue entregado a la destinataria. En mitad del rodaje, Tolmatchoff invitó a todo el equipo a cenar en Lausana. El novio de Anna estaba a la cabecera de la mesa, con Godard a su izquierda y Anna a su derecha, mirándose ambos. Mediada la cena y con gran intercambio de miradas, Anna sintió que una mano tomaba la suya por debajo de la mesa y le ponía algo en la palma. Con su novio a su lado, no podía mirar qué era, y mucho antes de que lo hiciera, Godard se puso en pie y dijo que se iba. Apenas Godard se hubo marchado, Anna corrió a la habitación contigua, impaciente por ver qué le había dado. El trozo de papel decía "Te amo. Te espero en el Café de la Paix a medianoche." Pero su novio había corrido tras ella y le arrancó el papel de la mano:

"No irás."
"Sí, iré."
"No conoces a ese tipo."
"Pero le amo."

Regresaron al estudio juntos y Anna metió todas sus pertenencias en una maletita de cartón que la había acompañado desde Copenhague. El novio, llorando, se esforzaba en disuadirla, pero Anna estaba más que decidida. En el café, Godard aguardaba leyendo el periódico, Anna se sentó frente a él y esperó una eternidad hasta que bajó el periódico.

"Así que estás aquí. -Un golpe-. Pues vámonos."

Mientras caminaban, Godard hablaba de Mozart.

Colin MacCabe, Godard

domingo, octubre 21, 2007

Muere Juan Antonio Cebrián


Esta es una entrada que nunca quise poner, ni me imaginaba que pondría en este blog. Ha muerto un grande de las ondas, creador y presentador del único programa de radio del que soy un fiel seguidor, La Rosa de los Vientos. Juan Antonio Cebrián falleció ayer, sábado 20 de octubre, de un infarto. Más de 1500 programas, innumerables cambios de horario, e incluso alguna desaparición momentánea, y todo tiene que acabar así: qué mundo tan horrible.

Cuando oía aquello de "siempre se van los mejores", me lo tomaba como un tópico; pero me temo que voy a tener que cambiar de opinión. Descanse en paz.

jueves, octubre 18, 2007

Sukiyaki Western Django


Según el diccionario de la Real Academia, un spaghetti es una "pasta alimenticia de harina en forma de cilindros macizos, largos y delgados, más gruesos que los fideos". Aunque respeto mucho a los venerables académicos, para mí un spaghetti es otra cosa muy diferente: es Clint Eastwood disparando a la soga en la que van a colgar a Eli Wallach, es Lee van Cleef y Gian María Volonté enfrentándose en un duelo mientras suena un reloj de música, es Sergio Leone, Almería y la música de Ennio Morricone. El spaghetti western le dió una última vuelta de tuerca a un género que, como John Wayne en El hombre que mató a Liberty Valance, ya estaba muerto pero vivía en el recuerdo.

Estaba escrito que un género tan posmoderno, referencial y metacinematográfico como el spaghetti iba a ser homenajeado por alguno de los nuevos freaks que circulan por la escena cinematográfica internacional: Quentin Tarantino, o Takashi Miike o... ambos. Porque Sukiyaki Western Django es, antetodo, un homenaje y una diversión: toma un argumento muy parecido al de Por un puñado de dólares -que es el mismo de Yojimbo- para acabar haciendo un chiste sobre Django. Desde el inicio de la proyección todo tiene un tono paródico, desde la aparación de Tarantino nada más empezar, hasta la escenografía, excelente (SWD se llevó los premios a mejor diseño de producción y mejor fotografía en Sitges), pasando por el vestuario de los personajes, mitad samurai, mitad cowboy. El tono de la película es muy similar al de un comic, lo que constituye uno de los muchos parecidos que tiene con el primer volumen de Kill Bill: en SWD también se juega con la relación maestro-alumna y también nos presenta, de una forma tan aparatosa como la película de Tarantino, a una asesina legendaria.

Sukiyaki Western Django es cine sin pretensiones intelectuales; un juego que encantará a aquellos que estén dispuestos a divertirse con una historia de cowboys japoneses armados con un revólver y una katana. Y es que... ¿quién no ha pensado en quién ganaría en un combate entre Toshiro Mifune y Clint Eastwood? Vale, cualquier persona normal jamás pensaría en esas chorradas. Pero el cine de hoy, cercado por la televisión y la publicidad, tiene la obligación de no ser normal, de hablar de sí mismo porque, como decía Godard, "Desde casi siempre, la vida del mejor cine consiste en juguetear con el mito".

En definitiva, imprescindible para los que disfrutan (disfrutamos) con las películas de Sergio Leone.

El Ángel de la Historia


"Hay un cuadro de Klee titulado Angelus Novus. En él se ve a un ángel que tiene aspecto de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas extendidas. Tal debe ser el aspecto que presente el Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una secuencia de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El Ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tempestad desciende desde el Paraíso, arremolina en sus alas y el Ángel no puede plegarlas de nuevo. Esta tempestad lo arrastra inevitablemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas, frente a él, sube al cielo. Tal tempestad es lo que llamamos Progreso."

Walter Benjamin, Tesis sobre la Filosofía de la Historia.

martes, octubre 16, 2007

La habitación de Fermat


Al observar el cartel promocional de La habitación de Fermat, uno ya sabe a qué atenerse: Alejo Sauras (el amigo tonto de Los Serrano), Santi Millán ("yo no podía faltar en una película de matemáticos", dicho por él mismo), Elena Ballesteros (la protagonista de La Familia Mata) y Lluís Homar. Un reparto lleno de caras conocidas, pero conocidas por su participación en la pequeña pantalla; ninguno de ellos parece un Pacino en potencia, que digamos. Y, efectivamente, la interpretación es francamente mala, hasta el extremo que Santi Millán gana a sus compañeros por goleada: la Ballesteros no expresa nada, Homar parece creer que interpreta al padre de Hamlet, y Alejo Sauras, simplemente, no es actor.

Pero no sólo la interpretación naufraga en La habitación de Fermat. Es esta una película cuyo pilar lógico debería ser el guión: cuatro matemáticos se ven obligados a resolver enigmas; si tardan más de un minuto, la habitación empezará a encogerse, hasta, eventualmente, aplastarles. A primera vista parece un planteamiento muy interesante, y probablemente lo es, pero la película se hace demasiado larga, ya que la relación entre los personajes, que debería ser la extensión natural de este planteamiento inicial, no logra despertar ningún interés en el espectador, en parte lastrada por las interpretaciones. Además, la dirección, realizada por Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña, resulta bastante caótica, especialmente a medida que la habitación va reduciéndose. Aún así, hay un plano que sobresale entre el resto, y me pareció bastante meritorio: se trata del plano cenital sobre el coche que se aproxima al abismo, ya cerca del final de la película. Para que veáis que no sólo le saco defectos.

¿Por qué una idea con tanto potencial ha culminado en un resultado tan pobre? Me temo que se trata de una especie de endogamia: los directores y guionistas del proyecto, Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña, son habituales de la televisión (dirigen, escriben y presentan Nada x aquí, el programa de magia de Cuatro), igual que la mayor parte del reparto. Quizás falte una mano con más experiencia en el mundo del séptimo arte... aunque a Bayona no le ha ido nada mal.

domingo, octubre 14, 2007

Dainipponjin, de Hitoshi Matsumoto


Para el espectador que entra en la sala sin haber leído la sinopsis, el inicio de Dainipponjin resulta extremadamente desconcertante. En tono documental, la película nos muestra una entrevista a un japonés, que, la verdad sea dicha, parece que le falte un hervor. A este hecho aparentemente intrascendente, se le une unas preguntas un tanto confusas: ¿Le gustan los fideos instantáneos? Sí, porque crecen.
Nada tiene mucho sentido, aunque sí mucha gracia, hasta que ya transcurrida la primera media hora del film, el protagonista recibe una llamada telefónica que le anuncia que tiene que ir a trabajar. La cámara sigue el recorrido del protagonista hasta una central eléctrica donde el documentalista no puede seguir grabando; minutos después, vemos como el japonés con aspecto de vagabundo se convierte en un gigante semidesnudo armado con un palo dispuesto a detener a las fuerzas del mal.

Jo, qué frikada.

Eliminada ya la sorpresa inicial, el falso documental, por llamarlo de alguna manera, continúa jugando con las evidentes posibilidades humorísticas que suponer tener a un superhéroe en el mundo real: un buen montón de gags y situaciones ridículas muy divertidas. Aún así, entre las risas la película tiene cierto tono melancólico, descubriéndonos el olvido de las tradiciones japonesas que viene acentuándose aún más desde la liberalización que inició Koizumi. La época dorada de los superhéroes gigantes fue hace ya 70 años, y nuestro protagonista se ha convertido en el último de ellos: despreciado por la mayoría de la sociedad, su programa de televisión apartado al late night y abandonado por su mujer que no le deja ver a su hija. Sólo logra recuperar algo de notoriedad cuando es humillado por uno de sus enemigos -es decir, cuando se convierte en telebasura- y, al final, los que derrotan al enemigo que el superhéroe japonés es incapaz de vencer son, por supuesto, héroes americanos. Bye, bye, old Japan.