domingo, mayo 25, 2008

La joven, de Anne Wiazemsky

Desde siempre, las particularidades más ocultas de la vida íntima de los artistas han interesado al público casi tanto como su propia obra. Y más allá de la -un tanto censurable- pasión por el morbo de la vida ajena, existen buenos motivos, motivos críticos, para prestar atención a la esfera privada de los cineastas: me refiero especialmente a aquellos cuya obra es tan personal que está, lo hayan querido ellos o no, fuertemente influencia por su carácter y vivencias.
Y si hablamos de alguien que represente al autor por antonomasia en el séptimo arte, hablamos de Robert Bresson. Su cine era tan radical en sus conceptos -sobre esta cuestión hay que recomendar la lectura de sus Notas sobre el cinematógrafo- que sólo un hombre dotado de un carácter muy especial podría haberlo llevado a término.

Para dar un poco de luz sobre la oscura sombra del creador de Un condenado a muerte se ha escapado o Pickpocket, Anne Wiazemsky, nieta de François Mauriac, segunda mujer de Jean-Luc Godard y, en el rol que más nos interesa hoy, protagonista del filme de Bresson Al azar, Baltasar, nos narra el verano que pasó junto al genial francés y al resto del equipo, en una novela, La joven, en la que hay mucho de Bildungsroman sexual: Wiazemsky, la joven, pasa de ser una inocente virgen a una mujer con conocimiento y dominio de su propia sexualidad. Quizás precisamente es al narrar los episodios de crecimiento personal cuando la autora afloja el cerco que dibuja sobre el resto de la novela, para darse una escapatoria y presentarse a sí misma de una manera excesivamente amable, especialmente cuando, a medida que avanzan sus relaciones con Bresson, el ratón empieza a dominar al gato. Pero, a pesar de esto, Wiazemsky tiende a tratarse a sí misma con un especial mimo, lo que da la impresión de una cierta deshonestidad.

Pero tratemos ya la cuestión que más interesara al público -lo que se obvia viendo que aunque la autora ya ha escrito varias novelas, ésta es la primera traducida al español-: las relaciones de la autora con Robert Bresson durante el rodaje de Al azar, Baltasar. Wiazemsky retrata a un Bresson que recuerda al personaje de la novela de Nabokov, Humbert Humbert, en su acoso a una muchacha a la que aventaja en cuarenta años y, también, en la naturaleza de sus relaciones, que se debaten entre la extraordinaria sensibilidad de Bresson y una sexualidad morbosa latente en cada encuentro entre ambos.

La novela gira alrededor de estos dos ejes: Bresson y el despertar sexual. Sólo hay un capítulo en el que se vislumbra un nuevo camino: se trata de la entrevista que realizaron la autora y Bresson a petición de Jean-Luc Godard. Una entrevista que, según aseguró JLG posteriormente a la propia Wiazemsky, fue requerida con el único objetivo de conocerla a ella. Y aunque la autora ha afirmado que no piensa novelar sus relaciones con Godard “de momento” no me cabe duda de que esa sería la única continuación natural de la joven. Por lo menos, así lo espero.