sábado, septiembre 23, 2006

El despertar de l'enfant terrible

Procuré inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Creí adquirir poderes sobrenaturales... Ahora debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos. Una bella gloria de artista y de narrador me ha sido arrebatada. Me han devuelto a la tierra. ¡A mí!, A mí, que me soñé mago o ángel...

Arthur Rimbaud

Otro Próspero. Pero qué Próspero...

jueves, septiembre 21, 2006

La muerte de Ivan Ilich, de León Tolstoi


En la búsqueda de antecedentes de Kafka nos encontramos con un caso extraño: un hombre tan alejado del temperamento del checo como Tolstoi escribió una obra que le prefigura. En ella, Ivan Ilich -como Gregorio Samsa, como K.- es víctima de un incidente absurdo -un golpe fortuito en un costado- que da al traste con su vida; los parecidos no se limitan a esto, sino que durante toda la obra Ivan Ilich se pregunta continuamente ¿Por qué?¿Por qué? sabiendo que la preguntado es absurda.

Sin embargo, también hay notables diferencias: aunque tanto en La muerte de Ivan Ilich como en la obra de Kafka el hombre es malo, en la obra de este último esto ocurre únicamente debido al absurdo del mundo: el hombre es malo porque todo es absurdo (paradójicamente, el propio absurdo nos impide juzgar); así, para Kafka el bien es imposible, porque el mal es inherente al mundo: podriamos decir que, a diferencia de la del ruso, la suya es una fantasía atea. En La muerte de Ivan Ilich podemos sentir cierta misantropía, especialmente cuando aparecen personajes femeninos (la conocida misoginia de Tolstoi); como es habitual en las obras de los eslavófilos, se acusa a las clases medias y altas de hipocresía y ruindad, por ello, el único personaje bondadoso de la novela es un siervo, Gerasim: él es el representante de la corriente de la vida, el único que se atreve a tener compasión de un moribundo sin las máscaras de la alta sociedad.

También me parece interesante comparar esta obra con el Cuento de navidad, de Dickens. En ambas, un hombre que ha malgastado su vida recibe un castigo: pero mientras que Mr. Scrooge puede salvarse, la única posibilidad de redención para Ivan Ilich queda en manos de su hijo, que se nos describe como alguien exactamente igual a su progenitor, pero aún lleno de emoción.

domingo, septiembre 17, 2006

Kierkegaard, Sartre, Hegel y la URSS

El Diccionario de filosofía soviético, sobre Kierkegaard: predicó la dependencia, el miedo y el odio a las masas.

Sartre, en El Ser y la Nada: Aquí, como siempre, a Hegel debemos oponer Kierkegaard, que representa las reivindicaciones del individuo en tanto que tal. El individuo reclama su realización como individuo, el reconocimiento de su ser concreto, y no la explicación objetiva de una estructura universal. Sin duda, los derechos que reclamo al prójimo ponen la universalidad del sí mismo; la respetabilidad de las personas exige el reconocimiento de mi per­sona como universal.

La idea de Europa, de George Steiner


Desde finales de la II Guerra Mundial, y especialmente después de la caída del muro de Berlín, la palabra "Europa" no deja de sonar: la política europea, la literatura europea, el cine europeo... Obviamente, hasta la aparición de "el otro" -es decir, de los Estados Unidos-, esta distinción apenas tenía sentido: Europa lo era todo, aún más culturalmente hablando. Pero, más allá de la oposición al país de las barras y estrellas, ¿tiene alguna base real la idea de Europa? ¿qué compartimos los europeos que nos diferencie de los demás?

Steiner trata de responder a estas preguntas. Según él, un acercamiento a la idea de Europa podría ser el representado por estos cinco axiomas:

·La Europa de los cafés: Europa está cubierta de cafés; ellos han moldeado la cultura europea: el carácter reflexivo y en muchas ocasiones paradójico del arte europeo sólo se puede dar en un ambiente pausado, absolutamente contrario al del pub inglés o al del bar americano. Steiner considera que algunas características de la literatura norteamericana provienen de las peculiaridades del bar: un ambiente oscuro y cargado de sexualidad; debo entender, pues, que Bukowski es el máximo exponente de la literatura de "bar".

·La Europa pedestre: Europa puede recorrerse a pie. A los europeos se nos hace extraño estar verdaderamente aislados de la civilización, cosa bastante peculiar, si nos comparamos con cualquier otra civilización, en la cual disponen de enormes extensiones de terreno que apenas conocen al hombre. Esa "sobrehumanización" del paisaje europeo también es característica de nuestra cultura.

·La Europa histórica: Europa está llena de referencias al pasado. El joven europeo se dirige, a través de unas calles inundadas de nombres históricos, a una escuela donde le darán referencias de la ya milenaria historia europea. Europa ya lo ha sido todo, no queda ya nada por descubrir: se puede establecer un paralelismo entre la geografia de Europa y la impresión que nos da su mapa cultural.

·La Europa heredera de Atenas y Jerusalén: Según Steiner, Europa es la conjunción de dos sensibilidades parcialmente contradictorias: el ideal filosófico-cientifíco de Atenas y la moral de Jerusalén. La ciencia de hoy tiene sus raíces en Aristóteles, y como decía A.N. Whitehead, toda la filosofía occidental es una nota al pie de página de Platón: y de Aristóteles y Plotino, de Parménides y Heráclito, añade Steiner. Además, nuestro autor, no sin parte de razón, señala que la raíz de los principales fenómenos "morales" de hoy en día, el marxismo y el psicoanálisis, es tremendamente hebraica. No hace falta ser filósofo de la cultura para advertir que el marxismo -y aún más su descendiente actual, el "progresismo"- está repleto de aquello que Nietzsche llamaba la moral judeocristiana; en cuanto a Freud, Steiner apunta que la idea del asesinato del padre que aparece en Tótem y tabú es el pecado original reloaded.

·La Europa fatalista: Durante toda su historia, la imaginación popular europea ha estado infestada por la idea del final: es habitual para los europeos la noticia de que el fin del mundo se acerca, una vez más. Este pesimismo nos lleva a esa introspección algo mórbida que es en parte propia del arte europeo: la comparación con el país del american dream es inevitable.

Para evitar la desaparición de esta tradición común europea, Steiner nos muestra dos discursos: el de Weber, en el que nos habla de los peligros de la democracia y como está lleva implícita la existencia de una aristocracia intelectual: una élite capaz de "convencerse de que el destino de su alma depende del hecho de que su interpretación de un determinado pasaje de un manuscrito sea correcta". Husserl, en cambio, nos remite al principio filosófico de Europa, a Atenas, y como esta logificación de todo -incluido a Dios- es nuestro origen: así, el peligro es el olvido de la idea de la razón y del espíritu de la filosofía. No podemos dejar atrás ni a Aristóteles ni a Voltaire.

En la conclusión de la conferencia, Steiner nos propone una nueva forma de liderazgo europeo: un liderazgo basado no en cuestiones económicas, ni políticas, sino en cuestiones culturales. Dejando atrás el oscurantismo del siglo XX, Europa puede representar el humanismo laico frente a los Estados Unidos, el extremo Oriente o el Islam. La fuerza de esta cultura que habría de liderar el mundo estaría en el detalle, las enormes diferencias que hay entre Lisboa y Vladivostok.

viernes, septiembre 01, 2006

El libro de arena, de Jorge Luis Borges


Comentemos al genio argentino. El libro de arena no es la colección de cuentos más brillante de Borges, inferior a El Aleph y a Ficciones -mi favorito-. Sin embargo, prácticamente todos los relatos borgianos* son casi infinitos, meras introducciones de obras mucho mayores que debe crear el lector; por ello cada hoja que sale de la pluma de Borges tiene un valor titánico: en ocasiones, en un solo cuento del ciego argentino encontramos mucho más contenido que en las obras completas de ciertos autores; nuestro escritor de hoy es la antítesis de esa enfermedad tan extendida del escribir sin tener nada que decir. A pesar de esta infinidad latente en los relatos, trataremos de hacer un esbozo de estos cuentos ya de por si esbozados:

En El otro, un Borges ya anciano nos cuenta su encuentro con un Borges que aún no ha llegado a las dos décadas. Resulta interesante la evolución del Borges lector (como, en su adolescencia, lee orgullosamente a Dostoievski) y del Borges ideólogo (en este relato queda particularmente claro su desprecio hacia la URSS, y el hastío que los años le han provocado hacia la "fraternidad universal"). Por supuesto, la "justificación" del encuentro es tremendamente borgesiana: el Borges viejo lo ha vivido en realidad; el joven tan sólo lo ha soñado. Apuntar el pequeño guiño que se hace al tema del alter ego presente en el cuento al mencionar la novela El doble.

Ulrica me parece el peor cuento de la colección; sin embargo, imagino que a algunos les puede aportar información para descifrar la vida sexual de Borges. Buen provecho, pues.

Parece que su autor consideraba El Congreso como el cuento más memorable del volumen. No soy de la misma opinión.

There are more things empieza con una dedicatoria a H.P. Lovecraft: con ello el cuento queda resumido. Apuntar que no es la primera vez que se encuentran reminiscencias lovecraftianas en Borges: recuerdo que el cuento Las ruinas circulares, de Ficciones, también me trajo a la memoria el rostro del de Providence.

Dentro de la literatura borgiana forman una categoría particular los relatos gnósticos: La secta de los Treinta es parte de ella.

La noche de los dones destaca por dos características: el gauchismo que a veces -y por sorpresa- encontramos en Borges y las múltiples voces de los narradores.

Tanto El espejo y la máscara como Undr tratan de un tema similar: una literatura que consta de una sola palabra monstruosa -lovecraftianamente, podriamos decir-. El primero es, en mi opinión, superior.

Utopía de un hombre que está cansado tiene muchas lecturas, y la política no es las menos justificada de ellas. El mundo descrito podría ser perfectamente la culminación del proyecto anarquista de Pessoa, hombre cansado por excelencia.

En El soborno, Borges juega con un rasgo psicológico bastante dostoievskiano: una búsqueda de la imparcialidad que sólo se da por saciada con el sacrificio.

Otra categoría clásica -quizás algun día intente hacer una clasificación de los cuentos de Borges en este blog- es la de los objetos paradójicos: El Aleph es el paradigma. Y aquí podemos encuadrar a El disco y al cuento que da su nombre al recopilatorio, El libro de arena.

*: Creo no ser el único que duda entre los términos borgiano y borgesiano. Aquí una breve explicación de porque el primero es el correcto.