lunes, agosto 07, 2006

El Idiota, de Fiódor Dostoievski


En la obra de Dostoievski podriamos marcar cierto paralelismo entre El Idiota, Los Demonios y Los Hermanos Karamazov. Las tres comparten el psicologismo atormentado que caracteriza al Dostoievski post-Siberia, pero son novelas más colectivas que Crimen y castigo o -especialmente- Memorias del subsuelo. En ellas, Dostoievski encarna diferentes aspectos de la vida humana en personajes para, así, facilitarnos su comprensión. En esta novela el personaje/arquetipo más interesante es -aparte del príncipe Myshkin, del que ya hablaremos- Rogoyin. Una vez más, vemos el profundo conocimiento que tiene Dostoievski de los supuestos sentimientos nobles: en este caso, Rogoyin nos muestra perfectamente lo que es una verdadera pasión (fascinante el momento en el que, ante la afirmación de Myshkin "la odiarás por lo mucho que la amas ahora", Rogoyin acaba admitiendo que matará a Nastasya Filippovna si consigue hacerla suya). Ya que hablamos de Nastasya Filippovna, vemos aquí a otra extraña afección del corazón humano: las personas que, al verse profundamente humilladas, se vuelven extremadamente orgullosas. Son este tipo de personajes los que le han dejado a Dostoievski un sitio en la historia de la literatura universal.

Aparte queda el príncipe Myshkin, El Idiota, intento de Dostoievski de representar la perfección moral. Sólo con el título ya nos podemos hacer una idea de lo que opinaba Dostoievski sobre su tiempo: una época en la que -según el escritor moscovita- lo bueno era despreciado. Durante la novela esto se muestra muy especialmente en el discurso pro-ortodoxia que hace Myshkin:

El catolicismo romano me parece a mí peor que el propio ateísmo. ¡Sí, eso creo! El ateísmo se limita a proclamar la nada; pero el catolicismo va más lejos: predica un Cristo a quien ha desfigurado, vilipendiado, calumniado, un Cristo contrario a la verdad. ¡Les juro que predica al Anticristo!

No me digan que esto no lo firmaría el mismísimo Jack T. Chick. Además, tengamos en cuenta que la opinión de Dostoievski sobre los ateos no era precisamente buena: lean sino Los Demonios.
Y es que si aceptamos aquella frase de Houellebecq: Todos los grandes escritores son reaccionarios, el paradigma del gran escritor, será, sin duda, Fiodor Mijailovich Dostoievski.