viernes, julio 27, 2007

El túnel, de Ernesto Sábato


No conozco demasiado la obra de Ernesto Sábato. Bueno, lo de "no conozco demasiado" es un decir: la realidad es que no la conozco en absoluto. Sé -por el prólogo- que Sábato pertenece a la llamada "generación intermedia" de la literatura argentina, intermedia porque está entre dos aguas: la del grupo de Florida (en una palabra: Borges) y el grupo de Boedo, que, según el prologuista, apoyaba la "literatura social". Así, Sábato intenta hacer una literatura culta y moderna, como la de Florida, pero que a la vez no sea ajena a los problemas de la sociedad, y si tenemos que guiarnos por la novela que nos ocupa, a los problemas del hombre en particular.

El túnel es, según mi opinión, una novela muy influenciada por la literatura rusa. En este sentido querría señalar dos rasgos: en primer lugar, el psicologismo autoflagelador de Dostoievski ; en ocasiones me ha recordado a mi novela favorita del maestro de Petersburgo: Memorias del subsuelo. Para Juan Pablo Castel, igual que para el "funcionario" de la novela de Dostoievski, la redención es imposible: a ambos se les presenta una oportunidad en forma de mujer (María para Castel, Lisa para el funcionario), pero ambos la desechan de una forma absurda y cruel: a diferencia de lo que nos mostró Sartre en A puerta cerrada, el infierno es uno mismo.

Pero he dicho que existe otro autor que influye claramente a Sábato en esta novela: se trata del gigante de la literatura, el coloso, el mejor discípulo de Homero: Liev Nikolayevich Tolstoi. Pero no voy a invocar ahora a las grandes -en todos los sentidos- obras del de Yasyana Polyana: no es a ese Tolstoi al que me refiero. Sábato le debe al autor de Guerra y Paz y Anna Karénina no el estilo y la magnificencia de estas últimas, sino la sordidez y malignidad de algunas de sus novelas cortas: pienso en La muerte de Iván Ilich y, muy especialmente, en La sonata a Kreutzer. Resulta evidente que los celos enfermizos, consumidores que empujan a Castel al asesinato de María son igual de retorcidos y aparentemente "lógicos" que los que provocan que el protagonista de La sonata apuñale (igual que en El túnel) a su esposa.

Siendo Tolstoi y Dostoievski dos autores bastante opuestos -Steiner le dedicó un largo ensayo a esta oposición-, podemos afirmar que en las obras menores de Tolstoi, éste se acerca bastante a la perversidad nerviosa que identifica a muchos personajes de Dostoievski*. Y es justo en este terreno común donde se instala Sábato.

Podría seguir comparando a El túnel con otras obras, otros autores: por ejemplo, resulta evidente que hay ciertas técnicas, cierto estilo que recuerda a la novela policiaca, que tanto gustaba a Borges. Pero me estoy alargando, y para que negarlo, no soy yo el más indicado para hablar sobre novela negra.

Ya para acabar, la conclusión: el libro me ha gustado. Tanto como una novela muy mediocre de Dostoievski. Que no es poco. En mi opinión, a la novela la fastidian un intermedio de celos bastante vulgares: afortunadamente, al tratarse de una novela de apenas cien páginas, no es mucho lo que hay que soportar. Y lo mejor, sin duda, son los momentos más puramente dostoievskianos. El inicio, con Castel barajando la infinita cantidad de posibles encuentros con María, y el final, con un Castel convencido de la imposibilidad del amor -de cualquier tipo de amor-. Quizás Castel, cuando se autocompadece, resulte algo más lúcido que los alucinados personajes del maestro ruso, que tienden a la locura momentánea con una facilidad pasmosa.

*: Tolstoi, hablando sobre Dostoievski con Gorki (es posible que fuera con Chéjov, no recuerdo exactamente), comentó que al autor de Los hermanos Karamazov le habría convenido aprender las enseñanzas del budismo: "le habrían tranquilizado". ¿Pero acaso tiene derecho a decir semejante cosa alguien que ha firmado La muerte de Iván Ilich? ¿Cómo integramos en las enseñanzas de Siddharta esa misoginia tan oscura de la que hacía gala Tolstoi?

5 comentarios:

Natalia Book dijo...

Yo tampoco leí nunca nada de Sabato, pero si lo relacionas con Dost., quien también es un de mis escritores favoritos, y teniendo en cuenta las 100pag del libro, le voy a dar una oportunidad.
Ya te contaré.
Saludos

Gawyn dijo...

Pues te lo recomiendo sinceramente, Natalia. Aún sin llegar al nivel de las mejores novelas cortas de Dusti, está muy bien.

Davy Jones dijo...

Ah, señor Gawyn, pero es que cuando Gorki visitó a Tolstoi, éste ya se había convertido en profeta de su propia religión, jeje...¿Ha leido usted "Resurrección"? La furia del converso, ya se sabe.

Yo también he leido el ensayo de Steiner, y me sucede lo mismo que con otras dicotomías clásicas del arte: que si Leonardo vs Miguel Angel, que si Verdi vs Wagner...a mí me parece que todos ellos son infinitamente más afines entre sí de lo que los críticos piensan, aunque su afinidad es tan subterránea, que no me atrevería a decir en qué consiste...

Anónimo dijo...

El túnel no es la mejor obra de Sábato pero igualmente tiene muchas cosas buenas. Su novela cumbre es Sobre heroes y tumbas (eso sí: un poquito más larga)
Una cosa: en A puerta cerrada el infierno no es uno mismo, son los otros. El infierno lo vivimos en la interacción con los que nos rodean.
Saludos.

Gawyn dijo...

Un saludo, Liliana. No he leído Sobre héroes y tumbas, aunque hace tiempo que quiero hincarle el diente.

Lo que comentas sobre Sartre ya está reflejado en mi artículo: "a diferencia de lo que nos mostró Sartre en A puerta cerrada, el infierno es uno mismo."

"A diferencia".