Club de Ciencia Moral de la Universidad de Cambridge, 25 de octubre de 1946. Karl Popper -recientemente llegado a Inglaterra- se dispone a hacer una exposición con el título "¿Hay problemas filosóficos?". En la habitación, además de Popper, se encuentras otras dos de las mentes más poderosas del siglo XX: Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein,
l'enfant terrible de la filosofía al que Popper se dispone a provocar. En su Tractacus logico-philosophicus, Wittgenstein reducía la filosofía a la mera función de desmontar los errores que ella misma creaba: para el primer Wittgenstein, la filosofía no era más que la filosofía analítica y lo demás, estupideces. Con ésta frase acaba el Tractatus: De lo que no se puede hablar, se ha de callar. Wittgenstein es el filósofo más carismático que ha dado el siglo XX: asceta, engreido y con una capacidad de convicción capaz de hacer que varios estudiantes de Cambridge abandonarán su carrera académica para trabajar manualmente siguiendo sus consejos -o más bien sus órdenes-.
Sin embargo, Popper, que recientemente ha publicado su obra maestra, La sociedad abierta y sus enemigos, es de una opinión radicalmente distinta: la filosofía sí tiene que tratar de los problemas sociales; él mismo acaba de atacar de manera furibunda a un modelo social que él denomina sociedad cerrada -la antítesis de la democracia liberal que Popper defiende- a través de tres filósofos a los que critica: Platón, Hegel y Marx.
Popper inicia su exposición. El mismo título de la conferencia puede entenderse como un ataque frontal a Wittgenstein, sin embargo, al principio los wittgensteinanos de la sala parecen tomárselo peor que su propio maestro: él ya no está completamente conforme con su Tractatus. Pero cuando Popper empieza a hablar sobre diferentes ejemplos de problemas filosóficos, Wittgenstein estalla y le interrumpe: está acostumbrado a hacerlo. Popper que no está dispuesto a tragar con las impertinencias del asceta de Cambridge, le interrumpe a su vez; se establece una conversación entre ambos filósofos, en la que Wittgenstein los va rechazando por pertenecer o bien a la lógica o bien a la matemática. Y es en el momento en el que Popper habla de problemas éticos cuando Wittgenstein coge el atizador de la chimenea y blandiéndolo como una espada exclama: "¡De usted un ejemplo de regla moral!". La respuesta de Popper es palmaria: "No se debe amenazar con un atizador a los conferenciantes". Furioso, Wittgenstein abandonó la sala dando un portazo -cosa no demasiado extraña en él-.
Hay muchas versiones de esta historia, y, al más puro estilo Rashomon, todos asegurán que la suya es la correcta. Muchos wittgensteinanos aseguran que la broma de Popper fue después de que su rival saliera de la sala.
¿Existen o no verdaderos problemas filosóficos? Quizás la lección que podemos sacar de esta historia es que los problemas filosóficos que no son puramente comprobables mediante la ciencia los acaba ganando el que tiene el atizador.