Se acerca Nochevieja, una noche en la que, a pesar de la censura periodística, los suicidas acuden a una definitiva cita anual. Una noche en la que impera la idea de renovación, precedida por unas fechas de supuesta felicidad y obligada reunión familiar, convierten al 31 de diciembre en un día ideal para los Werther y las Woolf de hoy en día.
Y sobre este tema ha construido el escritor británico Nick Hornby su última novela humorística: cuatro suicidas se encuentran en la azotea del edificio más alto de Londres en la última noche del año. Esta situación, quieras que no, rompe mucho el feeling, y deciden posponerlo hasta San Valentín, otra fecha marcada en el calendario de todo depresivo. Mientras tanto, forman un extraño grupo de apoyo, en el que los personajes chocan entre si continuamente.
Se trata de una novela en la que se encara el tema del suicidio de una manera distinta: al acabarla no conocemos la opinión del autor sobre el tema de su novela, cosa tremendamente extraña: la práctica totalidad de artistas que se han acercado a esta cuestión han dado -a veces claramente, a veces con pretensiones de neutralidad- su opinión. En cambio, Hornby se limita a aprovechar la radicalidad de la situación para llevar a situaciones hilarantes aprovechando unos personajes verdaderamente memorables: la novela gira en torno a esas cuatro personalidades completamente distintas que han llegado a la misma situación. Ni siquiera las reflexiones sotto voce sobre la desesperación que el autor introduce de vez en cuando pueden llevar a considerar a esta novela como algo más que puro humor: eso sí, humor británico y del bueno.
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