domingo, mayo 20, 2007

El baile de los solteros, de Pierre Bourdieu


Últimamente he tenido la oportunidad de leer una obra cuyo título y autor me atraían especialmente: El baile de los solteros, del sociólogo francés fallecido en 2002 Pierre Bourdieu. El libro me ha parecido sumamente revelador de las curiosas consecuencias que tiene la libertad individual directa propugnada por nuestra sociedad sobre la composición de ésta misma, es decir, en el común de los propios individuos. A la luz de esta obra, me gustaría hacer un pequeño análisis de dos creaciones artísticas, en principio muy distintas: la reciente película japonesa Sway (Yureru) de la directora Miwa Hishikawa -autoproclamada discípula de Kore-eda- y una pieza clave del teatro clásico español, El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín, estrenada en 1806.

En este artículo empezaré haciendo un breve resumen y algun comentario sobre la obra de Bourdieu. Ésta se compone de tres artículos, de los años 1962, 1972 y 1989, respectivamente, en los que el sociólogo francés estudia el mismo fenómeno: el aumento del porcentaje de solteros entre el campesinado de las zonas rurales del sur de Francia (en particular en el Bearne, cerca de Pou, no muy lejos de la población natal de Bourdieu). En el artículo se demuestra que la soltería, que en aquel ambiente suele implicar el celibato -de hecho el autor utiliza ambos términos indistintamente-, ha aumentado especialmente entre los varones, sobretodo en los primogénitos. ¿Por qué son precisamente los privilegiados por el sistema rural los principales afectados por esta situación?

Y aquí viene el mensaje izquierdista de esta obra de Bourdieu: los primogénitos son los más perjudicados, paradójicamente, por ser los privilegiados, y con ello el pilar básico, de un sistema social que no existe ya, pero sin embargo, tampoco pueden abandonar. Los restos de este antiguo sistema son despreciados y humillados por el grueso de la sociedad, que vive ya en un orden neoburgués. Así, en la cultura moderna se identifica al campesino con un individuo grosero, torpe, de aspecto grotesco y un nivel educativo que apenas alcanza la alfabetización. A esto debe unirse el ataque contra las mismas formas de vida rurales a las que se contraponen los sofisticados valores urbanos. Así, es normal que tanto las hembras como los varones segundones emigren, a la primera oportunidad, al pueblo o a la ciudad, ya no sólo en busca de una mejora en su calidad de vida, sino deseando integrarse en un sistema social que perciben como superior. El celibato de los primogénitos acarrea la desaparición, a medio plazo, de la agricultura familiar, por la radical y simple desaparición de herederos directos: así, la humillación del campesino perpetrado por la sociedad neoburguesa provoca su exterminio.

En esta obra de Bourdieu hallo la esencia de lo que más me atrae de la sociología: esas pequeñas tragedias individuales, que son ocultadas o pasto de la burla del grueso de la sociedad, pero que, sin embargo, corresponden a una tendencia mucho más generalizada de lo que se cree: ésta es, por ejemplo, la base de las novelas de Michel Houellebecq. A diferencia de nuestros modernos fariseos, siento una especial compasión por esos seres que sufren, pero que sin embargo no son objeto de solidaridad ni compasión; es más, estos parias sociales, si se atreven a renegar de su suerte, acostumbran a ser despreciados.

2 comentarios:

Fede dijo...

Excelente comentario de la obra. Me encantó la claridad de la redacción. Saludos
Fede

Despedidas de Soltero dijo...

Tenés razon Fede....muy clara la redacción...

Los Felicito y brillante la obra.